domingo, 15 de abril de 2018

El día en que elogié a quien no se lo merecía

Cuando lideré un equipo en mis épocas de servidor (Atención al cliente), sabía que el liderazgo se trataba de que tu team te siguiera y se contagiará de tu entusiasmo, pero también sabía que había que poner mano dura y lo hacía cuando tenía que hacer y era prudente para salvar el clima laboral y en su efecto lo que el cliente recibiría como parte de este pastel.




Mi pensamiento se basaba en la teoría y en la experiencia de mis líderes hasta que decidí ser irracional en las respuestas.

Si alguien hacia algo mal o se equivocaba, le decía que no pasaba nada y le sonreía. Obviamente si sabía que podría caer en el error muchas veces realizaba acompañamiento o modelaba situaciones para mejorarlo.

Hacia todo lo contrario a la critica.

La costumbre era tener una conversación con la persona que no laboraba correctamente y ver juntos los errores, faltas y aspectos negativos. Lo que hice fue lo siguiente. Ante una inminente nueva conversación de este tipo con alguien reincidente, por más escasa que hayan sido sus virtudes, elogié sus fortalezas y mencioné que me agradaba laborar con esta persona. 

El resultado fue de plano gestual que era explicado como un “¿Qué hablas? He hecho las cosas terriblemente y me hablas de fortalezas y virtudes.” (Sabía que hacer lo contrario y lo que se debe generaría toda una barrera en el turno). De inmediato le sonreí y salí a seguir atendiendo. 

Ese día mejoramos los tiempos, la productividad y el equipo marchó con los problemas habituales que se generan, más no los conocidos por la actitud con quien había hablado. De hecho, se mostró proactiva como si se hubiera llenado de energías.




No mentí, no lideré mal, no me equivoqué. Sólo le di relevancia al elogio y no a la crítica.

Ese fue el día en qué elogié a quien no lo merecía. Aprendí que la crítica resiente, genera barreras y sólo hace funcionar a las personas cuando estás presente por medio del miedo, del resentimiento y no por que ellos(as) quieran.

Elogien en medida de que esto les resulte bajo sus propias consecuencias.